15 ago 2004

15/8/04: Inflexión

Diario de Guerra de Alejandro González, Alias "WaaghMan". Octava anotación:



El título de esta entrada se llama inflexión porque hoy toca cambiar el estilo de escritura (al menos sólo por hoy, eh?) a algo más "literario".



Mecachis, esto de encontrar un tema del que hablar en mi aburrida vida cotidiana es difícil! Aun así, aquí va un tema... veamos qué os parece...





Imaginaos un típico día en el que tu madre te manda al supermercado a comprar alguna cosa sin demasiada importancia: Pan de molde, yogures, leche, etc.



Yo, como buen hijo que soy, y para no evitar demasiadas complicaciones que alteren mi karma (y, lo que es más peligroso, el karma de mi madre), acepto sin rechistar y me dirijo a la tienda.



El viaje suele ser bastante entretenido. Salgo tan poco de casa que, cada vez que salgo, todo me parece nuevo y siempre encuentro algún detalle en el que nunca me había fijado antes: Un agujero en la verja del vecino, una pegatina de anuncio de alarmas en la puerta de una casa, un rayón en la puerta de un coche, un perro mirandome con malas pulgas (a través de la verja agujereada del vecino!), etc.



Una vez termino la primera y apasionante fase de la misión, llegamos a la siguiente: Entrar al supermercado y coger las cosas. Aquí me surgen dos objetivos, generalmente...



Uno- Planear una ruta lo más corta posible recogiendo todos los elementos de la lista de la compra.

Dos- Escoger cuidadosamente la marca que se compra, que no sea mala pero que tampoco sea cara.



La fase uno parece fácil a simple vista, pero hay que tener cuidado: Aunque todos los supermercados parecen iguales, hay veces en que las cosas no están donde deberían... Y, al menos a mí siempre me ocurre, si vas a comprar N+1 cosas, SIEMPRE hay una que no consigues encontrar en ningún sitio... No importa a qué haya entrado al supermercado, siempre hay una cosa que no consigo encontrar.



Al final tengo que recurrir a la bochornosa y denigrante tarea de preguntar o de (no, por favor!), mirar los letreros, para al final encontrar ese último objetivo de la segunda fase, con lo que llegamos a la tercera (y en mi opinión más molesta) fase.





Oh, sí, la tercera fase. La fase de hacer cola y pagar. Fase famosa en el mundo entero. Ese momento en el que miras a esas deliciosas golosinas a los lados, esas pilas y bombillas tan al alcance de la mano, esas cuchillas de afeitar (siempre Guillette).



Pero al final me canso de mirar esos objetos inanimados y comienzo a mirar a la gente a mi alrededor (suponiendo que no me estén mirando a mí, en cuyo caso busco cualquier otro punto con un interés cuestionable de la zona para evitar cruzar miradas). Encontramos cosas muy interesantes cuando miramos a la gente de nuestro alrededor... Si la cola es larga, incluso podemos hacer categorías de gente y estereotipos que suelen acertar de pleno...



Por ejemplo, están las profesionales del supermercado. Las que se conocen a las cajeras y entablan conversación con ellas mientras ésta está atendiendo (o eso parece) a otra persona. Las que, a pesar de tener tanta experiencia con las compras, siempre tienen algún problema que ralentiza la cola... ya sea que necesitan una bolsa extra para llevar ese enorme pez, o que se olvidaron del descuento 2x1 del champú amarillo, o cualquier cosa así.



Después tenemos a los novatos y novatas, entre los que, con orgullo, me incluyo. Esos que no tienen mucha experiencia en ese tipo de establecimientos, que no se saben el orden de actuación en este sitio en concreto (por poner un ejemplo paralelo, está el hecho de que te pidan el Código Postal al comprar en Media Markt... al final lo dices antes casi de que te lo pregunten), etc. Yo, por suerte, dado que soy una persona de pocas palabras, estoy presto y concentrado para contestar cualquier pregunta que me hagan sin demasiada confusión... y he aprendido que, vayas donde vayas, siempre tienen un club, o una asociación, o una secta propia, en la cual te dan una tarjeta si perteneces para ganar puntos. Es decir, al final de la compra, y antes de dar el dinero, siempre tengo que decir "no" :).



Oh, pero por fin termina la transacción y salimos fuera, con nuestra bolsa de plástico para vidrio, o para envases, según nuestro destino, y volvemos a casa... ahora todo se ve desde una perspectiva diferente (para ser exactos, 180º de rotación respecto a la anterior), y todo parece distinto desde este nuevo punto de vista... Llegamos a casa (tenía la llave en la mano desde que salí del supermercado), abrimos la puerta, saludamos (si al gritar "Hola" hay eco, es que hemos hecho bien. Si no, menos mal que no había nadie para reírse porque estaba gritando solo), entramos a la cocina, dejamos las cosas (si hay mala suerte y mi madre está en la cocina, también habré de colocar cada cosa en su sitio. Si no, que lo haga ella cuando baje).



Vuelvo a sentarme delante de la pantalla, a tirar las horas por el retrete :).

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