4/06/05: La mayor aventura jamás contada (II)

Diario de Guerra de Alejandro González Fiel, Alias "WaaghMan". Nonagésima anotación:

Aviso: Ésta es la continuación de la primera parte

Episodio II:La vuelta a Dorin, primera parte.
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Tras pasar la noche en el granero, por la madrugada los guerreros que estaban de guardia oyeron un trotar de caballos en la lejanía. Según se fueron acercando éstos a la edificación, pudieron distinguir que se trataba de dos caballeros escoltando a un tercero, un clérigo por la apariencia de sus ropajes.

El grupo se preparó para un posible combate, tomando posiciones, mientras el trío de caballeros se acercaba al granero. Cuando llamaron a la puerta, el paladín contestó, y tras una conversación, abrieron la puerta para dejarles pasar.

El grupo de caballeros traía la orden de investigar la raíz de la ola de ataques que estaban sufriendo muchos pueblos por todo el país. Tras hacer unas cuantas preguntas y ayudar a los heridos, los caballeros se fueron al galope.

Los dos carreteros, Bilo y Milo, decidieron proseguir su misión dirigiéndose a un pueblo más alejado. dado que habían cumplido su misión, les dijeron a los aventureros que volviesen a Dorin a por su recompensa, y les dieron una carta sellada en la cual, probablemente, explicaban lo que había sucedido.

Así pues, al mediodía, las dos carretas se alejaron de Lúculos en una dirección, mientras que los aventureros marchaban de vuelta al camino del bosque oscuro.

En este camino, el grupo fue asaltado por un pequeño grupo de humanos andrajosos. Dieron cuenta de ellos con rapidez, y capturaron con vida a una hechicera, que había utilizado hechizos prohibidos durante el combate. Esta hechicera les pidió clemencia y que la dejasen marchar, pero el paladín quería llevarla a Dorin para ajusticiarla.

A cambio de su libertad, la hechicera propuso un trato a los aventureros: Les daría la dirección de un lugar donde se encontraba un tesoro, en una fortaleza de trasgos. El paladín seguía en sus trece, pero ese tesoro avivó el interés del pícaro y el explorador.

[ Aquí no recuerdo qué pasó, el caso es que la hechicera logró salir corriendo al bosque, y el grupo la perdió de vista, no sin antes conocer la dirección de la fortaleza ].

Una vez encontrado el camino que se dirigía a la fortaleza, que se separaba del camino principal, el grupo se adentró en él. En este camino, se veían obvias huellas de trasgos, lo que indicaba que era un camino muy frecuentado por ellos, y potencialmente peligroso, por lo que estaban todos preparados para cualquier eventualidad.

Durante todo el día, a algunos aventureros les entraron retortijones de tripa, debido seguramente a algo que tomaron en mal estado ( agua de río ).

Tras un rato caminando, llegaron a un punto en que acababa el bosque, y tras un claro de 300' de largo, se divisaba una pequeña montaña con una cueva.

Acercándose al borde y aguzando la vista, divisaron a dos guardias trasgos, que estaban cuidando la entrada. El grupo decidió planear un ataque desde el bosque, para obligar a los trasgos a recorrer todo el camino sin cobertura hasta el bosque, mientras eran disparados por las armas de proyectiles del grupo.

El ataque comenzó, y un grupo de 6 trasgos salió de la cueva y se unió a la pareja de guardia, para correr todos juntos hacia el bosque. Tras una serie de disparos con resultados poco satisfactorios, el grupo al completo llegó al combate cuerpo a cuerpo, donde causaron daños considerables al grupo. Gracias a la resistencia del paladín, que aguantó un combate contra cuatro trasgos a pesar de estar malherido, y del druida gnomo, que tras invocar un bastón mágico comenzó a machacar trasgos, éstos fueron eliminados uno por uno.

Como no sabían cuantos trasgos quedaban en el interior, los aventureros decidieron explorar los alrededores de la montaña, en busca de una forma alternativa de entrar en la cueva.

Se hicieron dos equipos, uno formado por el druida gnomo y el explorador, y el otro formado únicamente por el pícaro Uriel. El resto estaba demasiado herido o cansado, y se quedaron en un pequeño campamento preparado de forma apresurada.

Mientras el equipo de Glinn y Laurien realizaron un excelente trabajo y eliminaron a los trasgos sin provocar la alarma ni darles oportunidad a reaccionar, el pícaro Uriel no tuvo tanta suerte: No consiguió abatir al trasgo, que huyó hacia la cueva. Uriel, rabioso por fallar, persiguió corriendo al trasgo, que aprovechó la oportunidad para darse la vuelta y lanzarle la jabalina, con la suerte de que dejó inconsciente al pobre pícaro.

Mientras los dos equipos exploraban, a la clérigo semielfa le entraron unos apretones de tripa muy serios, por lo que tuvo que excusarse e internarse en el bosque a hacer sus necesidades.

Mientras ella estaba fuera, Marquise y Derian fueron sorprendidos por un grupo de trasgos que estaba investigando la zona. Tras un duro combate, en el que Derian cayó inconsciente, Marquise consiguió eliminar a los trasgos que quedaban antes de que pudiesen llevárselo a la cueva, y además localizó a un trasgo en la lejanía que arrastraba algo - posiblemente a Uriel.

Entre tanto, Láurien y Glinn habían terminado su trabajo, y localizaron un camino que permitía llegar a la cima de la montaña. Decidieron explorarlo, y tras una carrera por el claro, llegaron hasta el pie de la montaña. Después de escalarlo, sin más remedio que dejar al perro Bérem debajo, llegaron a la cima, donde se encontraba un trasgo. Consiguieron sorprenderle y eliminarlo sin que éste pudiese reaccionar, y encontraron un espejo roto en su cadáver, que seguramente usaría para dar señales a los vigías del bosque.

Con esa información, volvieron al campamento, y tras que Marquise les contara lo sucedido, se decidió preparar un ataque para rescatar a su compañero capturado.