10 oct 2004

10/10/04: La explanada de la muerte

Diario de Guerra de Alejandro González, Alias "WaaghMan".Quincuagesimoprimera anotación:



La lluvia caía a mares, como afiladas agujas. Diminutos hilos de agua recorrían los surcos entre las escamas del general Hombre Lagarto, mientras éste oteaba el horizonte.



Hace unas horas, un único superviviente eslizón de un grupo de exploradores había vuelto con una advertencia: Un ejército de No-Muertos se acercaba a la ciudad-templo. De alguna forma, habían conseguido controlar la mente de un pequeño grupo de altos elfos que estaba buscando nuevas rutas comerciales. El propósito de este ejército parecía claro: Se dirigían directamente a la ciudad-templo, donde descansaban los restos momificados de muchos Saurios poderosos, muertos hace milenios.



La ciudad-templo no estaba preparada para organizar una defensa capaz de detener el avance no muerto. La única opción era la retirada. Se organizó un pequeño destacamento para contener el avance enemigo todo lo que fuese posible.



El general sonrió. Hacía poco, había combatido en una situación similar, y había conseguido sobrevivir, tras cumplir su misión y salvar a los habitantes de Tetloc-Itzá. Nunca había combatido con altos elfos, pero esperaba que el control mental de los no muertos redujese su capacidad de combate. Ya había combatido con anterioridad contra los No Muertos, incluso había derrotado en persona a un vampiro del clan Necrarca. Confiaba en detener el avance enemigo con facilidad.



Cuando consiguió distinguir las nubes de polvo en el horizonte, su corazión dió un vuelco. Este ejército no se parecía en nada al que había derrotado con anterioridad. Los No Muertos avanzaban sin hacer ni un solo ruido, en un silencio sepulcral que sólo anunciaba muerte.



Los Altos Elfos, pese a su control mental, parecían estar perfectamente conscientes. El general se resignó. El combate seria difícil, pero era necesario defender su posición.



Sus fuerzas no eran muy numerosas, pero estaban decididas a luchar y morir para defender la ciudad. Contaba con un regimiento de lanceros y dos de eslizones, las dos salamandras, cuya agresividad era apenas contenida por sus batidores, y un chamán eslizón.



El ejército enemigo, por lo que podía distinguir, estaba formado por un grupo de caballeros no muertos, un gran grupo de esqueletos y otro de zombis, una cohorte de tumularios, y liderando esta hueste, un nigromante y un vampiro del clan Dragón Sangriento.



Los elfos, menos numerosos, constaban de un regimiento de arqueros, un lanzavirotes, un hechicero, y un gran regimiento de caballeros segadores, comandados por el general alto elfo.



La mera vision de tantos caballeros en ese ejército le hizo estremecerse. Tendría difícil defender su flanco derecho.



Sin previo aviso y continuando su camino, los no muertos se acercaron a su objetivo, mientras los elfos disparaban con toda su potencia de fuego al regimiento de saurios.



Por suerte, el control mental les hacía bastante inefectivos, y cayeron pocos saurios. Los no muertos no disponían de armas de largo alcance, así que por el momento no debería preocuparse de sufrir muchas bajas a sus manos.



Su ejército se movió como sólo se puede hacer con años de experiencia en combate. Los saurios intentaron alejarse del lanzavirotes y los arqueros, mientras los eslizones se cubrían tras los muros de la ciudad para defenderse de los disparos. Su ejército tampoco tenía armas de largo alcance, así que deberían esperar pacientemente y contraatacar cuando fuese el momento propicio.



Los no muertos se acercaron aun más. El nigromante demostró su dominio de las artes oscuras haciendo aparecer unos esqueletos de la nada. Los altos elfos continuaron disparando a las fuerzas de los hombres lagarto, mientras su gran regimiento de caballeros se acercaba a gran velocidad.



En un intento por frenar al enemigo, unos valientes eslizones abandonaron la protección de los muros para entorpecer los movimientos de los no muertos. A su vez, las salamandras dispararon su ácido corrosivo contra los esqueletos, pero no llegaban tan lejos.



Los eslizones del flanco cercano a los elfos se escondieron tras los muros y dispararon a los caballeros segadores, sin mucho éxito. El chamán eslizon también intentó hacerles daño invocando un rayo atronador, pero no les causó ningun efecto.



La mitad del ejército no muerto se detuvo para combatir con los eslizones que habían avanzado, mientras la otra mitad seguía avanzando en silencio. El vampiro Dragón Sangriento no pudo contener más su rabia y atacó a los saurios por el flanco, causando dos bajas.



Los elfos continuaron su avance y dispararon con todo lo que tenían, sin causar daños muy graves a las fuerzas de los hombres lagarto.



El combate estaba volviéndose más duro a cada paso. Los saurios consiguieron derrotar al vampiro gracias a su número, y éste se deshizo literalmente. En ese momento, los saurios no pudieron ni celebrarlo, ya que los caballeros se acercaban a gran velocidad. Pero los batidores, conocedores del respeto que imponen las salamandras entre las criaturas mortales, las colocaron en la entrada al pueblo para defenderla.



Hicieron bien, ya que los caballeros segadores fueron incapaces de cargar contra esas criaturas por el acobardamiento que sintieron.



Mientras, los caballeros no muertos mataron a más de la mitad de los eslizones que habían avanzado. Los eslizones huyeron, y los caballeros dieron media vuelta para proseguir su avance. Ese momento lo aprovecharon los eslizones, que se reagruparon y cargaron contra el general no muerto. Aunque no consiguieron matarlo, le hirieron de gravedad, y su superioridad numérica hizo el resto: El nigromante se deshizo como había hecho el conde vampiro. Sin el vínculo mágico que les mantenía en el mundo de los vivos, el ejército no muerto comenzó a derrumbarse justo en el momento en el que conseguían entrar en el pueblo.



Los caballeros segadores pudieron por fin superar su miedo y atacar a las salamandras, que destruyeron sin dificultad. Continuaron su imparable carga y chocaron contra los saurios, a los que también hicieron trizas.



El general, por el bien de su pueblo, decidió enfrentarse a los caballeros y al general alto elfo. Cargo contra ellos, y mató a un par de enemigos, sin sufrir heridas. Tras ello, desafió a un combate personal al general alto elfo, que aceptó. El intercambio de golpes fue largo y extenuante, pero al final el saurio escamadura derrotó al comandante alto elfo. Después de ello, continuó combatiendo con los caballeros, que poco podían hacer contra su resistente armadura. Al final, los altos elfos se recuperaron de su control mental debido a la muerte del nigromante, y se retiraron antes de que muriesen todos.



Los restos que aún estaban en pie del ejército de no muertos intentaron entrar en el pueblo, pero sin el apoyo mágico de su invocador, no podían moverse muy rápido, y se hicieron pedazos antes de llegar. Sólo un regimiento de esqueletos maltrecho llegó a adentrarse en la ciudad, atravesando literalmente al chamán eslizón que se interpuso. Pero para cuando llegaron, la ciudad estaba desierta. El general hombre lagarto había conseguido salvar la ciudad, y de paso detuvo la amenaza al matar al nigromante. En pocas horas, el ejército no muerto no sería más que un recuerdo, y los altos elfos, tras recuperarse de su control mental, se retiraron a su tierra natal.

No hay comentarios: